Saliéndonos de la temática habitual, he subido estas fotos con el fin de mostraros algunos de los rincones y una de las ciudades que más me ha cautivado. Es posible que Londres con su cielo nublado y su lluvia amenazante de forma continua durante 340 días al año, no sea el más idílico de los paisajes. Aun así me atrevería a decir, que a lo largo de las muchas veces que he estado, fue por azar del destino que siempre me encontré con el mejor de "los Londres" posibles. Siempre la he encontrado bulliciosa, cosmopolita y sin lluvia. Se dice que New York es la ciudad que nunca duerme, afirmación que podría ser secundada por los vecinos de las inmediaciones de Picadilly Circus, emblemáticos neones de Londres que despierta tanto asombro hoy como lo hicieron el primer día.
Son tantas las cosas que despiertan mi interés. Es posible que
las experiencias vividas no sean más que un lastre positivista, como un yunque
en el cuello que me inclina inexorablemente a escoger esta ciudad como una
de mis preferidas. Numerosas imágenes aparecen en mi mente en forma de
fotogramas acerca de todas las grandes vivencias que me ha permitido disfrutar
esta ciudad. Un paseo por Harrods, una pose ante los imponentes leones que
guardan el Palacio de Buckingham, un andén cuya búsqueda estaba a la altura del
más grande mago, una noria cuya cola daba más vueltas que ella misma, un
relajante paseo por las orillas del Támesis... Y a pesar de haber señalado los
más emblemáticos lugares, considero que lo que de verdad imprime valía a todos
estos viajes son esos pequeños detalles, esos pies magullados y doloridos,
esas sonrisas imperturbables ante la próxima foto, esa pelea por el
único banco, ese hambre firme e inquebrantable que no desiste en su empeño de
seguirte durante todo el día.
Son muchas y muy variadas, pero las mejores experiencias son las que se viven por uno mismo. Por lo que os invito a que disfrutéis tanto como yo de esta gran ciudad.