domingo, 13 de noviembre de 2011

Vida propia, socialmente inaceptable


En mi opinión contradictorio resulta afirmar que hoy en día los jóvenes viven una “segunda vida” y más aún me desconcierta pensar que lo heredado es síntoma de experiencia ajena. Simplemente basta con poner como ejemplo “la educación”. Me resulta insólito considerar de que la propia vivencia no sea más que un fiel reflejo de experiencias pasadas y que por tanto la calidad de lo vivido no sea más que un simple reflejo.
La educación supone una herencia que nos influye en mayor o menor medida a la hora de configurarnos como personas, una trasmisión no solo de conocimientos y vivencias, sino de unos valores y consideraciones morales. Un elemento transformador de la persona, donde los agentes influyentes por antonomasia son los padres. A pesar de ello, no es más que otro elemento que cincela nuestra persona y sin embargo germinan en mí cuestiones a raíz de esto;¿Dónde se encuentra el límite entre la vivencia propia y lo que el libro califica como “segunda vida”?.
Esta cuestión se me plantea al únicamente considerar mis propias experiencias, porque lo que es en la actualidad mi persona se debe a una fuerte carga por parte de mis progenitores y por lo tanto me llego a plantear si por tal circunstancia, todas las experiencias vividas no son más que una concesión de mi vida ya programada, de lo que mis padres han querido que sea. Resulta difícil vislumbrar ese límite, posiblemente exista uno para cada persona, pero lo que está claro es que resulta casi imposible vivir la vida de otros porque hay demasiados agentes que nos bombardean de forma continua y que configuran una argamasa de comportamientos , valores, actos que constituyen lo que somos cada uno. Además podría resultar irónico plantearse que las generaciones jóvenes actuales vivan una “vida prestada”. Los “neorrománticos, los que desconectan, los que renuncian a pensar por su cuenta y riesgo” ,etc. No son más que personas que se salen de esa herencia influyente y viven su propia experiencia, serían por tanto los agentes “idílicos” pues existe influjos en todos sus ámbitos y a pesar de ello, le dan un matiz diferente a todo y viven su propia vida.
Con respecto a las actuales tendencias sociales de los jóvenes, es evidente y así parece verse desde todos los ámbitos, que los jóvenes requieren con ansia de una aceptación social. Del mismo modo, y desconociendo las causas de ello se observa una fuerte necesidad social, y para constatar esto no hace falta más que ver los avances tecno-sociales. La tecnología actual no ha hecho sino acrecentar ese ansia social y aumentar nuestra sensación de soledad, las redes sociales como: Tuenti o Facebook… no son más que formas de socializarnos con nuestros amigos cuando no estamos con ellos, por el mero echo de evitar la soledad. Son lugares que nos permiten profundizar con las personas, identificarnos con ellas, pues son paginas donde las fotos, comentarios y demás elementos nos permiten conocer mejor a las personas. Los móviles actuales con sus chats y formas de comunicación directa no han hecho sino agrandar la sensación de soledad y el ansia social, pues una tecnología que hasta hace escasos 5 años no existía, se ha convertido hoy en día en un elemento indispensable para los jóvenes pues es la mejor forma de estar siempre comunicado, siempre disponible. Programas como “Skype o Facetime” no son mas que burdas réplicas de una socialización directa. Incluso “Twitter”, colofón por excelencia de ese ansiado deseo social. Es un medio por el cual sientes que entre los famosos y tu existe una comunicación directa, un burdo engaño de proximidad con personas a las que admiramos y que nos parecen superhombres. Y el echo de que compartan sus vivencias y pensamientos en una red social produce una sensación de pertenencia y proximidad que nos reconforta y nos hace sentirnos parte de algo.

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