domingo, 20 de noviembre de 2011

La familia ¿Un tesoro?


Hijos fuera del matrimonio, segundas parejas, madres solteras, padres homosexuales, hijos de laboratorio o adoptados en la otra punta del mundo, adolescentes embarazadas, píldora del día después…¡La revolución familiar ha llegado!
Sin embargo, entidades de renombre como la RAE contemplan realidades parecidas, incluyendo entre las definiciones posibles de familia las siguientes: Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas; conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje; hijos o descendencia; conjunto de personas que tienen alguna condición, opinión o tendencia común.
Considero que la ambigüedad y generalidad con la que aborda el tema, da pie a estas “nuevas unidades familiares” y desvirtúa el sentido “clásico” de familia. Y digo ”clásico”, porque que es como así se refieren a la familia formada por un padre, una madre y unos hijos, como si esta no fuera más que la representación más retrógrada y poco “moderna” de la hoy en día sociedad moderna. Una sociedad donde se compra desde casa, se viaja con “Google Maps”, donde el autismo cibernético está a la orden del día, donde la promiscuidad televisiva ha pasado a ser una realidad, donde mujeres panteras acechan por las noches… Y donde un niño disfruta de los cuidados de una pareja homosexual.
E incluso nuestra recurrente pagina de consulta Wikipedia incluye un elenco de los tipos de familias, entre los que se encuentran junto con la familia nuclear, las familias extensas, las homoparentales y las ensambladas.
La unidad familiar clásica es otro de los elementos que se resquebrajan en este mundo globalizado y en crisis. La desvirtualización de los valores de la sociedad, y la falta de un unidad de fomento de estos, es fruto en mayor o menor medida de las actuales políticas. En las que urge más la necesidad de un voto, que el fomento de los valores clásicos o la verdadera unidad familiar. Vivimos en una sociedad donde los principios de libertad y democracia se erigen con gran fuerza en todos los ámbitos, incluido el de la vida privada, distorsionando valores tradicionales, como “la familia”.
La familia en la actualidad es fruto de constantes controversias. La visión que, con frecuencia, se transmite de ella, es que atraviesa una situación, como poco, caótica, como una institución antigua e inflexible y cuya desaparición no estaría lejos. Sin embargo, la familia es una “institución social”. Más allá de la visión religiosa, la familia se entiende como una estructura cultural de normas y valores organizados por la sociedad. Parece, por tanto, una “institución” necesaria y su conexión con la vida de las personas es evidente. La institución familiar es una organización social orienta a solucionar las necesidades básicas. La necesidad de la familia viene, pues, exigida por sus funciones , que se concretarían en proporcionar un clima apropiado para el desarrollo mental y afectivo de los hijos. Consiguiéndose así la socialización básica de los niños, de modo que puedan llegar a ser miembros de la sociedad.
Considero por tanto esencial la presencia de “la familia”, entendiéndola en su sentido clásico, para supervivencia de la sociedad.

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