lunes, 21 de noviembre de 2011

Debatir, que no batir (Blanca Manzanal y Jaime Hidalgo)



Vergüenza. Nada más acabar el “debate” del otro día si no me puse rojo de la vergüenza, poco me faltaba. Y es que los debates políticos (por lo menos en España) lo único que tienen como fin es intentar herirse el uno al otro, sacarse los trapos sucios y a ver quien queda peor. A mí me recuerdan a las típicas riñas de patio de colegio en infantil. A parte de los tecnicismos, las discusiones tenían el mismo vocabulario, (aunque menos hiriente). Yo con 4 años decía igual de bien “mentiroso” que el Sr. Rajoy, también acusaba al compañero de hacer cosas malas como hizo el Sr. Rubalcaba y del mismo modo que me reía del pobre infeliz que se metía conmigo mientras rumiaba mi respuesta. Lo peor es que ahí no queda la cosa… lo único que despiertan esos debates son reacciones desmesuradas de los adeptos a los partidos que solo suscitan la confrontación y el odio. Es decir, suscitan lo que ven entre los que, en vez de debatir, se echan a la cara lo que supuestamente han hecho mal.
El problema de hoy en día, es que no se tiene en claro el concepto de un buen debate político. Se entiende el debate político como un arma de captación de masas, como una máquina de hacer decidir a los indecisos, en definitiva como un arma-máquina al servicio de la Comunicación.
Si se desnaturaliza el fin de cualquier actividad no solo no tendrá efecto esta si no que los efectos serán negativos. Y esto es lo que pasa con los debates que tienen lugar hoy en día que dejan ver, o por lo menos lo parece, que lo último que quieren es llegar a un acuerdo, a aprender uno de otro y poder sacar conclusiones personales en claro. Hacen que unos y otros se odien como si fuera la afición de un equipo y otro en un partido de fútbol. Parece que el interés que está detrás es dividir a la sociedad en dos grupos. Y ser los debates la comidilla de las fieras enfurecidas unas con otras.
Esto deja ver la también equívoca finalidad de los gobiernos de ahora. Ya no es el fin último el bienestar de las personas y el orden de convivencia entre ellas, siendo los sabios los que estaban en el poder para poder hacerlo con sabiduría y correctamente. Parece que el fin último ahora es sobresalir entre los demás países, adquiriendo riqueza y ya una vez rico ya se ha alcanzado el fin para lo que se hizo el gobierno. Riqueza no solo para el país que no deja de estar en segundo lugar, sino para los que se ocupan del gobierno.
Los debates son necesarios. Necesarios pero si se hacen correctamente. Deberían ser las dos personas representantes de los grupos políticos exponiendo sus convicciones e intercambiando entre ellos sus opiniones para llegar a una conclusión que es el objeto del debate para así poder cambiar el gobierno efectivamente.
Pero con eso no basta, si se quiere llegar a una conclusión política hay que tener en cuenta para qué se busca esa solución. Es para llevar a cabo un buen gobierno, un gobierno que sea un gobierno efectivo para todos, un gobierno que haga posible el desarrollo favorable de la persona. Para ello, para que se haga un correcto debate, se debería pedir también las opiniones de más gente, permitir la entrada de personas que sepan aportar posibles soluciones y así debatir, que no batir.
El problema del debate de hoy en día, es que realmente no se puede hacer un debate productivo en su totalidad. Las personas hablan según lo que piensan, sin embargo la mayoría de esos pensamientos no se basan en la verdad. En estos tiempos en los que se da una enorme crisis de todo parece que los valores y la verdad están enterrados bajo tierra y los pensamientos de la gente no se basan en la verdad dando, por tanto, unas conclusiones erróneas.
También sería favorables ara estas personas asistir a debates de quienes sí tienen claras las ideas y quienes sí saben hacer debates y así, aprender y sanar este déficit de valores.

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